Seguidores

martes, 10 de abril de 2012

Que me sé sus cicatrices, y el sitio que le tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría.

Conocí el lugar perfecto al que muchos no llegaron: tu cama, la velocidad adecuada para seguir contigo, aprendí que el mejor sabor que sentí salía de tu boca y que la mejor vista la vi desde mi almohada. Tomé conciencia sobre todo lo que me decías por las noches pero perdí la cabeza al momento, maté el tiempo que no pasaba junto a ti deseando volver a estar juntos. Sobrevivimos a lo que creíamos que controlábamos y ahora me gusta esta tranquilidad. Lo cierto es que lo desconocido, a tu lado, se me hace familiar, y que la distancia que nos inventamos era solo una excusa para darme cuenta que no puedo cansarme de ti. De momento me va funcionando, aquí sigo, esperando a que me pidas otra vez acompañarte a las sábanas, donde siempre me pierdo, a las noches en vela para que nunca se haga de día. Parece mentira pero nos pasamos la vida buscando a alguien ‘que nos proteja’, buscamos y encontramos siempre a muchas personas, y al final es una misma quien las termina echando, porque no te cuidaban lo suficiente o porque no lo hacían bien. Quizá yo no me dejaba. Hasta que encontramos a esa persona que hace que todo sea menos oscuro, que a la noche salga el sol, que cuando haga frío tengamos calor, no sé, pequeños detalles que lo diferencian de otras personas, que te quitan el miedo, hace que todo sea diferente, que el sea diferente. Pero el miedo también aparece cuando piensas que se puede ir de tu vida tal y como llegó a ella, de repente, sin esperarlo, pero no me preocupo, cuando llegue ese momento seré lo suficientemente inteligente de hacer todo lo posible para que no te vayas, aunque también hay miedos que no aparecen en toda tu vida. Lo único que me queda claro es que puede pasar de todo. Puedes enamorarte de una persona que ni siquiera sabes si adora todo eso que tu odias, puedes despertar al lado de alguien que nunca te imaginases conocer, puedes amar tanto a una persona que no pienses en lo que pueda pasar después. La vida nos da a elegir entre muchas opciones: arriesgarte y perder o quizás ganar, marcharte o quedarte, querer u olvidar, mentir o gritar, huir o besar. Nunca sabremos si el riesgo vale la pena hasta el final de nuestra vida, si tomamos la decisión correcta o si la tormenta trae consigo la calma, pero hay una manera infalible de darse cuenta, si te imaginas tu vida dentro de cincuenta años con esa persona, él es para ti.